Lista para hacer realidad su sueño y afrontar su mayor reto —aprender a pilotar un avión militar—, la princesa Leonor reconoció que inicia esta etapa “con ganas de aprender”, pero “poco a poco”.

Tierra, mar y aire. El 1 de septiembre, la princesa Leonor de Borbón ingresó en la Academia General del Aire y del Espacio de San Javier (Murcia) como alférez alumna de cuarto curso, iniciando así la tercera y última fase de su formación militar. Si en 1889 la reina María Cristina voló en globo sobre Madrid, Leonor pasará a la historia como la primera princesa de Asturias piloto militar, una heredera comprometida y valiente que sigue dejando huella en cada paso.

Antes del verano, superó con éxito las pruebas médicas y psicotécnicas, cumpliendo los exigentes requisitos de salud (vista, oído, corazón y altura). Tras unas breves vacaciones familiares, llegó el momento de volver a la disciplina. Con el mismo rigor que sus 74 compañeros de promoción, la princesa comenzó un programa académico que combina teoría y práctica aeronáutica, orientado a formar a los futuros pilotos del Ejército del Aire y del Espacio.

A las doce del mediodía, Leonor llegó a la base, situada junto al mar Menor y bañada por la brisa de Santiago de la Ribera. Sonriente y con paso firme, vestía el uniforme azul del Ejército del Aire, con sus alas, botones dorados, cordones rojos y sus apellidos bordados. Minutos después, se cambió al mono de vuelo para recibir su primera clase en la cabina del Pilatus PC-21, el avión en el que aprenderá a volar en solitario.

Fue recibida por el coronel Luis Felipe González Asenjo, director de la academia, junto a mandos y profesores, entre ellos el teniente coronel José Carlos Muñoz y el capitán Abel Marín Rodríguez, jefe de su futura escuadrilla. Allí protagonizó una foto histórica, quitándose la gorra de plato para saludar con precisión militar y posar ante los medios antes de iniciar su recorrido por las instalaciones.

Después firmó en el libro de honor, visitó los alojamientos femeninos, probó el simulador de vuelo y se dirigió al hangar, donde confesó ante la prensa: “Poco a poco, con ganas de aprender”. Acompañada por el comandante Alberto Guzmán, jefe del escuadrón 792, se subió al Pilatus y escuchó atenta sus primeras lecciones sobre los mandos y la cabina digital, similar a la de los cazas modernos.

Formación aeronáutica de élite
La princesa Leonor seguirá un plan de formación aeronáutica especializado, que combina estudios teóricos y prácticos. Según explicó el coronel Asenjo, cursará asignaturas como Expresión Gráfica, Física, Química, Álgebra e Inglés, además de materias específicas de Técnicas Militares y Mando.

El curso comienza con horas de práctica en simuladores de última generación, desde los más básicos (CPT) hasta los avanzados (FTD), que reproducen con gran realismo las condiciones de vuelo. Los alumnos se entrenan con el equipo completo de vuelo, de unos siete kilos, que incluye casco de grafito, mascarilla, zahón anti-G y chaleco de supervivencia.

Su día a día será intenso: toque de diana a las 6:30 de la mañana, clases hasta las 18:00 y silencio desde las 22:30. Vivirá en una camareta compartida con tres compañeras del pabellón 6, con baño y vestuario común. El espacio personal es reducido —una cama, taquilla, mesa, silla y baúl—, pero suficiente para adaptarse al ritmo de la vida militar.

Tras la jornada lectiva, dispondrá de tiempo libre para estudiar, hacer deporte o salir con sus compañeros a localidades cercanas, siempre a menos de una hora de la base. Podrá disfrutar de permisos de fin de semana o festivos y de las primeras vacaciones en Navidad, del 22 de diciembre al 7 de enero.

La princesa aviadora
El Pilatus PC-21, la joya de la base, será su principal instrumento de aprendizaje. Es un avión suizo de última generación, diseñado para entrenar a pilotos de combate. Combina potencia, maniobrabilidad y seguridad: tiene autonomía de 1.300 kilómetros y puede alcanzar 685 km/h. Fue el propio Felipe VI quien lo probó en junio junto al comandante Guzmán, el mismo instructor que hoy guía a su hija.

En esta fase, Leonor aprenderá también pilotaje de drones, tecnología espacial y participará en la construcción de un minisatélite que se lanzará en 2026. Todo forma parte de un programa moderno, exigente y profundamente simbólico para la historia militar española.

Tradición y legado familiar
Leonor es la tercera generación de la Familia Real en formarse en San Javier. Don Juan Carlos realizó su primer vuelo allí en 1958 y recibió el emblema de piloto en 1959, tras completar el doble de horas que el resto de cadetes. Treinta años después, Felipe VI ingresó en 1987, voló solo por primera vez en enero de 1988 y acumuló 187 horas de vuelo antes de recibir el despacho de teniente.

Hoy, su hija sigue sus pasos, inspirada por aquella imagen de su padre con el mono de vuelo. La princesa ha leído todo sobre aeronáutica y sobre la academia, y aunque siente respeto ante el desafío, afronta con ilusión el momento de realizar su primer vuelo en solitario, la llamada “Suelta”, un rito que sus compañeros celebrarán cortándole una cruz en la nuca.

El efecto Leonor
La presencia de la princesa en las Fuerzas Armadas ha tenido un impacto notable. Según datos del Ministerio de Defensa, la incorporación de Leonor ha impulsado un aumento del 9,3 % en el número de nuevos alumnos del Ejército del Aire y del Espacio, especialmente entre las mujeres. “Su ejemplo anima a muchos jóvenes a ver en el ámbito militar una oportunidad de servicio y desarrollo profesional”, destacó la ministra Margarita Robles.

Después de completar su formación en 2026, la princesa decidirá qué estudios universitarios emprenderá. Mientras tanto, su hermana, la infanta Sofía, comienza su propio camino académico en Lisboa, cursando Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales en el Forward College.

Así, este 1 de septiembre se ha convertido en una fecha para la historia: un día de despedidas y nuevos comienzos, marcado por el ingreso de la princesa Leonor en la Academia del Aire, donde su vocación y disciplina continúan elevando el vuelo de la nueva generación de la monarquía española.