Rafael de Medina y Laura Vecino celebran 15 años de matrimonio: abrimos el álbum de su boda en exclusiva

Con el Palacio de Tavera como escenario y casi setecientos invitados, así fue el enlace de los actuales Duques de Feria

Rafael de Medina y Laura Vecino están de aniversario. Se cumplen quince años desde que se dieron el “sí, quiero” en una de las bodas más recordadas de la alta sociedad española. El enlace, celebrado en el majestuoso Palacio de Tavera, en Toledo —un emblemático edificio perteneciente a la Casa Ducal de Medinaceli—, reunió a cerca de setecientos invitados.

Con esta unión, los actuales Duques de Feria coronaron una historia de amor que había comenzado seis años antes.

El acontecimiento social que convirtió Toledo en el “Ascot español”

Tal como relataba la crónica de ¡HOLA!, firmada por Roseta L. del Valle y Silvia Castillo, la boda de Rafael y Laura estaba destinada a convertirse en el gran acontecimiento social de 2010. “Por aristocrática: porque contraía matrimonio Laura Vecino con el duque de Feria y marqués de Villalba, una de las casas nobiliarias más ilustres de España, con siglos de historia. Por solemne: al celebrarse en el Palacio de Tavera, un lugar tan bello como regio, con una riqueza artística y cultural difícil de igualar. Y por elegante: por transformar Toledo en la pasarela más chic, con los diseños, tocados y pamelas más glamurosos de la sociedad”, señalaba la publicación.

Y así fue. Entre los asistentes figuraron grandes nombres del mundo de la moda, como el diseñador Valentino —íntimo amigo de Naty Abascal, madre del novio y madrina del enlace—, y las modelos Nieves Álvarez, Valeria Mazza o Eva Herzigova. También acudieron destacadas personalidades de la aristocracia, como la Duquesa de Alba junto a su esposo Alfonso Díez, Jaime de Marichalar o Carmen Martínez-Bordiú. Representantes de la sociedad española como Paloma Cuevas, Genoveva Casanova, Carolina Herrera o el torero El Juli con Rosario Domecq, además de invitados internacionales como Amanda Hearst, entonces pareja de Luis de Medina, completaron la lista. Hasta el clima acompañó a los novios, que sellaban su amor tras seis años de relación, aunque su primer encuentro se remontaba mucho más atrás.

“Nos conocimos en el verano de 1996. Solo intercambiamos direcciones, porque al día siguiente cada uno partía de viaje: yo a Estados Unidos y Laura continuaba sus vacaciones. Nos reencontramos siete años después en Madrid”, contaba Rafael. “Todo llega cuando tiene que llegar. Queríamos un proyecto de vida juntos. Hemos vivido, como todas las parejas, momentos buenos y otros más difíciles, pero superarlos con la persona que quieres lo hace todo más fácil.”

Laura, por su parte, confesaba que lo que más le había enamorado de Rafael fue “su espontaneidad, su lealtad, su buen corazón y lo bien que lo pasamos cuando hacemos planes juntos”. Él también tenía claro qué le conquistó de ella: “su sencillez y naturalidad”.

Un escenario con historia y un significado muy especial

El enlace, de marcado carácter aristocrático, solo podía celebrarse en un marco excepcional: el Palacio de Tavera, una joya renacentista del siglo XVI gestionada por el tío del novio, Ignacio de Medina y Fernández de Córdoba, duque de Segorbe y presidente del Patronato de la Fundación Casa de Medinaceli.

Además de su valor histórico, el lugar tenía un profundo significado personal para Rafael, ya que allí reposan los restos de su padre, el anterior duque de Feria. En un emotivo gesto, un día después de la boda, Laura depositó sobre su tumba uno de los dos ramos que había llevado en la ceremonia.

De su vestido de princesa a la tiara ducal: los secretos del look nupcial

El secreto mejor guardado de la novia se desveló en el último momento. Laura Vecino eligió para la ocasión un espectacular diseño de Giambattista Valli, de corte princesa, con escote palabra de honor, cuerpo de raso cubierto de tul y una voluminosa falda abullonada, confeccionada en brocado de seda natural inspirado en un traje de María Antonieta.

La novia se preparó bajo la mirada del retrato de la primera duquesa de Feria y, ante él, se colocó la imponente corona ducal que le prestó la entonces duquesa de Medinaceli, Victoria Eugenia Fernández de Córdoba y Fernández de Henestrosa —conocida cariñosamente como Mimi—. La pieza, una joya del siglo XIX, estaba formada por perlas y diamantes que componían delicadas hojas de acanto.

De su abuela, Laura Satrústegui Figueroa —hija de los duques de las Torres, marqueses de Villamejor y vizcondes de Hirueste—, heredó una pulsera que también había lucido su madre, Laura Acha, el día de su boda con Ramón Vecino.

El conjunto se completaba con unos zapatos de Manolo Blahnik y un delicado ramo de hortensias blancas, el toque final de un look nupcial digno de un cuento, que deslumbró a todos los asistentes.

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Mis padres insistieron en que me casara para mantener el negocio familiar, así que elegí a una chica directamente de la granja para desafiarles.