
Mi padre sustituyó a mi madre por mi mejor amiga — y yo le hice probar su propia medicina.
Cuando Hannah vio a su padre en su cumpleaños con su mejor amiga a su lado, comprendió que debía pedirle cuentas.
Lo que él no sabía era que Hannah tenía un plan.
Un plan que pondría todo patas arriba en su fiesta de graduación.
—Feliz cumpleaños, querida —la saludó su padre.

Sus palabras apenas llegaron a ella.
A pesar de los globos y los carteles en la sala, algo se sentía mal.
La incomodidad era palpable.
—¿Qué ocurre? —preguntó él.
Hannah no podía creer lo que estaba pasando.
Su padre había llegado a su 25º cumpleaños con su mejor amiga Jessica como acompañante.
—¿Qué hace Jess contigo? —preguntó, recuperándose del primer impacto.
Él se rió.
—¿Qué quieres decir? ¡Estamos juntos, estamos enamorados!
—¿Hablas en serio? —respondió Hannah incrédula—. Mamá está aquí mismo, y todos nos están mirando.
Él se encogió de hombros con indiferencia.

—¿Y qué? Ese es su problema. No me importa lo que ella ni nadie sienta. Esta es mi vida y quiero disfrutarla.
Hannah miró a su madre.
Ella permanecía en silencio, con lágrimas resbalando por sus mejillas.
Cuando su madre se dio la vuelta y se marchó, incapaz de soportar la escena, Hannah ya no pudo contenerse.
—¡Si hubiera sabido que eras capaz de algo así, nunca te habría invitado! —le gritó a su padre—. ¡Y tú, Jess, ¿cómo pudiste? Eras mi mejor amiga!
—Hannah, lo siento, pero si no puedes aceptarlo, es tu problema —respondió fríamente Jessica.
En shock, Hannah levantó la voz:
—¡Largo! ¡Solo váyanse, los dos!
Su padre esbozó una sonrisa arrogante.
—Hannah, estás exagerando. No es como si tu madre y yo siguiéramos juntos. Solo traje a alguien nuevo a nuestras vidas.

—No, papá, no exagero, y no quiero hablar de esto. Tienes que irte. Esta es la casa de mamá y estamos celebrando aquí.
—Está bien, nos iremos —respondió, y salió de la casa.
Cuando Hannah vio que su padre se marchaba, volvió con su madre y la abrazó con fuerza.
—Lo siento tanto, mamá. Yo no sabía que ellos…
—Está bien, cariño —susurró su madre—. Gracias.
Pero Hannah no podía quitarse de la cabeza las miradas de lástima e incredulidad de los invitados.
Todos miraban a su madre como a una víctima indefensa, y a Hannah eso le dolía.
Durante la semana siguiente, mientras Hannah y su madre tomaban té en la acogedora sala de estar, la tensión seguía presente.
Apenas había pasado una semana desde el cumpleaños.
Hannah sentía que su madre aún sufría por todo lo ocurrido.
El reciente divorcio era demasiado reciente.
A pesar de todo, su madre extrañaba a su padre.

—Mamá, estoy deseando que llegue mi graduación el próximo mes —intentó animarla Hannah—. Es un gran paso para mí.
Su madre sonrió, con orgullo en los ojos.
—Oh, Hannah, estoy tan orgullosa de ti. Has trabajado tanto para este momento.
Luego suspiró y añadió:
—Ver a Jessica con tu padre fue muy duro. Ella también estará en tu graduación, ¿verdad?
Hannah apretó suavemente la mano de su madre.
—Sí, fue horrible. Pero eres más fuerte que eso, mamá. Te mereces algo mejor.
Los ojos de su madre se llenaron de lágrimas.
—Hannah, es tan difícil. Nunca esperé algo así de Jessica. Era como una hija para mí, y ahora… esto.
Hannah la consoló, pero en su interior sabía que debía hacer algo para cambiar las cosas.

Tenía un plan, aunque por ahora lo mantenía en secreto.
El jueves siguiente, Hannah se reunió en una pequeña cafetería cerca de la universidad con Tom, una cara amable de su infancia.
Tom, antiguo compañero de trabajo de su padre, siempre había sido amable con ella, y Hannah sintió cierta nostalgia al hablar con él.
Después de ponerse al día, le contó su plan y, para su alivio, él accedió a ayudarla.
Cuando se acercaba el día de la graduación, Hannah notaba cómo crecía su emoción.
Esa noche debía ser perfecta, no solo para ella, sino también para su madre.
Finalmente llegó el gran día.
Hannah llegó al salón de graduación, donde se respiraba emoción.
Vio a su padre y a Jessica entrando con seguridad.
Pero esa seguridad pronto desaparecería.
Poco después entraron su madre y Tom.
Parecían una pareja perfecta, y Hannah no pudo evitar sonreír.
Cuando su padre y Jessica los vieron, su expresión cambió de arrogancia a incredulidad.

—¿Tom? ¿Qué haces aquí? —preguntó su padre sorprendido.
—Apoyando a una querida amiga y a su hija —respondió Tom, abrazando por los hombros a la madre de Hannah.
Jessica se veía incómoda al darse cuenta de que la situación había cambiado.
—Dijiste que él era tu colega —susurró a su padre, que estaba claramente irritado.
El plan de Hannah había funcionado.
Durante la noche, su madre y Tom rieron y bailaron, más felices que nunca.
Su padre, en cambio, no pudo ocultar su molestia.
La conciencia de haber perdido lo mejor de su vida se reflejaba claramente en su rostro, especialmente cuando incluso apartó a Jessica cuando ella lo invitó a bailar.
Cuando la noche terminó, Hannah abrazó a su madre, llena de orgullo por cómo había salido todo.
—Te mereces toda la felicidad del mundo —le dijo con una sonrisa.
Su madre dejó el salón con Tom, más feliz que en mucho tiempo.
Hannah sabía que su padre ahora lamentaba sus decisiones, pero ya era demasiado tarde.
Su plan de demostrarle que su madre podía ser feliz sin él fue un éxito total.
Al final, la justicia prevaleció, y Hannah no podía estar más contenta.
