Alys Coop se ha transformado de forma considerable desde que empezó a llevar un estilo de vida absolutamente saludable. Una transformación así, tanto física como emocional, no ocurre por casualidad, sino únicamente como resultado de una gran exigencia hacia uno mismo y una poderosa autodisciplina.

En su infancia, Alys, por extraño que parezca, estaba apasionada por el hockey y jugaba en el mismo equipo que sus hermanos. Allí adquirió la fortaleza que más tarde se convirtió en el núcleo de su carácter.

La profesión de actriz implica largas y agotadoras jornadas de rodaje, en las que, si no se sigue una dieta, uno queda fuera inmediatamente, porque los directores no están acostumbrados a tener en cuenta los malestares propios de las mujeres y rápidamente encuentran reemplazo para quien consideren “débil”.

Alys practica yoga, no consume alcohol, azúcar ni otros productos que no favorezcan la salud. Esto influye en el organismo mucho mejor que cualquier fármaco y le permite no recurrir a estimulantes ni a la medicina para obtener suficiente energía.

Pocas personas comienzan a dedicarse a sí mismas a las cuatro de la madrugada, pero para Coop esta es una rutina habitual, al igual que la ducha helada diaria, que equilibra el sistema hormonal y activa la circulación linfática.
La última aparición de Alys en la pasarela fue triunfal, y su aspecto le aseguró la firma de varios contratos con los que ni siquiera había soñado, de modo que sus esfuerzos y limitaciones no fueron en vano en absoluto.

