El joven italiano, fallecido en 2006 a los 15 años, ha sido proclamado santo junto a Pier Giorgio Frassati en una multitudinaria ceremonia celebrada en el Vaticano.
La Plaza de San Pedro vivió este 7 de septiembre una jornada histórica. Ante más de 70.000 fieles procedentes de todo el mundo, el papa León XIV presidió la canonización de Carlo Acutis, conocido como el influencer de Dios, y de Pier Giorgio Frassati, joven turinés fallecido en 1925. Fue la primera canonización del pontificado de León XIV, iniciado oficialmente el pasado 18 de mayo.
Durante la ceremonia, el prefecto del Dicasterio para la Causa de los Santos leyó las biografías de ambos jóvenes y solicitó su inscripción en el Libro de los Santos, gesto que marca el inicio de su veneración universal. Tras la proclamación solemne en latín, la plaza estalló en un largo y emotivo aplauso.

Entre los presentes se encontraban el presidente de Italia, Sergio Mattarella, y la familia de Carlo Acutis, incluida su madre, Antonia Salzano, quien tuvo el honor de llevar al altar un relicario que contenía un fragmento del corazón de su hijo.

¿Quién fue Carlo Acutis?
San Carlo Acutis nació en Londres el 3 de mayo de 1991, aunque creció en Milán. Desde niño mostró una profunda vida espiritual: recibió la Primera Comunión con siete años, asistía a misa a diario y rezaba el rosario cada día. Su fe y su amor por la Eucaristía marcaron su breve vida. De hecho, una de sus frases más recordadas es:
“La Eucaristía es mi camino hacia el Cielo.”

Apasionado por la informática, Carlo supo unir la tecnología con la fe, convirtiéndose en un pionero de la evangelización digital. Su gran proyecto fue una exposición virtual sobre los milagros eucarísticos y las apariciones marianas aprobadas por la Iglesia, que él mismo diseñó y programó. Su madre ha explicado que aquel trabajo fue el fruto de cuatro años de dedicación constante, interrumpidos solo por su repentina enfermedad.

Carlo murió el 12 de octubre de 2006, a los 15 años, víctima de una leucemia fulminante. Pidió ser enterrado “como un chico normal”, vistiendo vaqueros, sudadera y zapatillas deportivas. Hoy su cuerpo reposa en el Santuario de la Spogliazione, en Asís —ciudad que amaba por su conexión con San Francisco—, y se ha convertido en lugar de peregrinación para miles de jóvenes.
Beatificado en 2020 por el papa Francisco, Acutis fue presentado entonces como un modelo de santidad moderna: un adolescente que vivió su fe con alegría, sencillez y autenticidad.

Los milagros atribuidos a San Carlo Acutis
La canonización de Carlo fue posible gracias al reconocimiento de dos milagros atribuidos a su intercesión.
El primero ocurrió en 2013, cuando un niño brasileño se curó inexplicablemente de una malformación congénita del páncreas.
El segundo se verificó en 2022: la recuperación de Valeria Valverde, una joven costarricense de 21 años que sufrió un grave traumatismo craneoencefálico tras un accidente de bicicleta. Su madre peregrinó hasta la tumba de Carlo en Asís, y pocos días después, Valeria comenzó a respirar por sí misma, pese a que los médicos habían perdido toda esperanza.

Pier Giorgio Frassati, el “santo de los pobres”
Junto a Acutis fue canonizado Pier Giorgio Frassati, nacido en Turín en 1901, hijo de una familia acomodada y figura muy querida entre los jóvenes católicos. Miembro de la Acción Católica, dedicó su vida a ayudar a los más necesitados, repartiendo comida, ropa y carbón entre los pobres. Falleció a los 24 años víctima de poliomielitis fulminante, dejando tras de sí un ejemplo de fe alegre y compromiso social.

“Una vida orientada hacia lo alto”
Durante su homilía, el papa León XIV subrayó que ambos santos “son una invitación a no malgastar la vida, sino a orientarla hacia lo alto y hacer de ella una obra maestra”.
Acutis y Frassati, dijo el pontífice, representan modelos de santidad accesible, vivida desde la normalidad y la entrega cotidiana.
El testimonio del joven milanés, conocido por su lema “Todos nacen como originales, pero muchos mueren como fotocopias”, sigue inspirando a miles de jóvenes en todo el mundo a vivir su fe con coherencia, esperanza y alegría.
