Cómo se comportan los ricos de verdad

Bill Gates ha olvidado que tiene 100.000.000.000.000.000 de dólares y está esperando en la cola para su hamburguesa.
Una foto del multimillonario estadounidense Bill Gates, tomada el domingo 13 de enero, ha aparecido en Facebook. Uno de los fundadores de Microsoft Corporation está en la calle, en una cola para comprar comida rápida en Seattle, Washington. Sin guardaespaldas ni asistentes. El hombre, cuya fortuna se estima en 100.000 millones de dólares, espera pacientemente para hacer un pedido.

La foto fue tomada y colgada en su página por Mike Gailos, un antiguo empleado de Microsoft. Dijo que se trataba de una cola en el muy corriente Dick’s, situado en la calle 45, en el noreste de Seattle. Gates estaba en la cola de la ventanilla Drive-In.

Gaylos dejó el siguiente comentario bajo la foto: «Cuando vales unos 100.000 millones de dólares, diriges la mayor organización benéfica de la historia y haces cola para comprar una hamburguesa, patatas fritas y Coca-Cola en Dick’s como el resto de nosotros… así es como se comporta la gente rica de verdad, no los farsantes de la Casa Blanca con sus tazas de váter de oro».

A Mike, sin embargo, no le sorprendió que su antiguo jefe quisiera comprarse una hamburguesa. Lo que sí le sorprendió fue que Gates eligiera Dick’s para hacerlo. Antes prefería otro local de comida rápida, Burgermaster. Tal establecimiento no está lejos de la primera oficina de Microsoft en Seattle. Resulta que Bill solía frecuentarlo con sus empleados.

Cuando otros usuarios de Facebook vieron la publicación de Gaylos, recordaron inmediatamente que el multimillonario, que actualmente ocupa el segundo lugar en la lista de las personas más ricas del mundo, solía frecuentar un cine muy corriente, Harvard Exit, en Seattle, con su esposa Melinda. El cine cerró en 2015.

Y otro usuario de la red social contó que en 2011 Gates se reunió con estudiantes de la Universidad de Washington. Invitó a todos a hamburguesas, compradas solo en Dick’s. Al mismo tiempo enfatizó: «Puedo entender el deseo de tener millones de dólares. Hay cierta libertad en ello, una libertad significativa. Pero llega un momento en que tienes tanto dinero que ni te lo imaginas. ¿Y entonces qué pasa? Y entonces, tengo que decírtelo, llega la comprensión de que una hamburguesa sigue siendo una hamburguesa. No cambia. Pruébala. Las compré en Dick’s porque aún no habían subido los precios».