De cadete a presidente de una gran potencia

Casi nadie sabe que Donald Trump fue en su día cadete de una seria institución militar estadounidense: la academia de Nueva York.

Ahora es una destacada figura política del mundo moderno, su ambición y resistencia son sencillamente asombrosas.

Ya en sus años de cadete, Donald era muy disciplinado y destacaba entre sus compañeros de la academia por su liderazgo. Le encantaba, como ahora, la competición, lo que le ayudó en gran medida en su carrera en el futuro.

Otra alma mater de Trump es la Worth School de la Universidad de Pensilvania, tras la cual el ayer estudiante empezó a avanzar con éxito en el comercio inmobiliario, convirtiéndose en un digno sucesor en este negocio de su padre.

A Donald siempre le ha gustado emprender proyectos globales que le permitan dar rienda suelta a sus ambiciones. Uno de esos proyectos fue la «Trump Tower» de Nueva York.

La transición a la política también refleja plenamente los rasgos de carácter de Trump, como la imprevisibilidad y la audacia en la toma de decisiones.

Lo poco convencional de construir una campaña electoral, la capacidad de hablar y persuadir ayudaron a Trump a liderar Estados Unidos. Esto ocurrió en 2016. Audacia en la política económica, decisiones inusuales y singularidad en el estilo de comunicación es lo que se puede observar durante la primera presidencia de Trump.

Tras el final de su primer mandato como presidente, Trump no se relajó, siguió dominando e influyendo fuertemente en los republicanos, construyendo diligentemente los cimientos para la futura batalla por la presidencia estadounidense.

Como podemos ver, este líder ha logrado su objetivo, y una vez más llevó a los EE.UU., por otra parte, a juzgar por su política, llevado a cabo menos de dos meses, está claro que es un hombre en su lugar, y por delante nos esperan grandes cambios en la política mundial y las relaciones de los países.

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