Descubrimos a Patty Pravo, la ‘bambola’ (casi) octogenaria que ha desbancado a Rosalía y Taylor Swift del Número 1 por “culpa” de Madonna

Fue un icono en los años 60 y sigue en activo: estará en Sanremo

Saltó el rumor y, en menos de lo que dura un chasquido de dedos, corrió como la pólvora por las redes, haciendo saltar por los aires el podio de las listas de ‘streaming’. Ni Rosalía ni Aitana ni Billie Eilish ni Bad Bunny. Todos, adelantados por la derecha por un terremoto informativo de magnitud megatón. De hecho, bastó este enunciado para que la perla —y giganta— de Sant Esteve Sesrovires quedara reducida a polvo: “According to an insider, Madonna recorded a cover of Pensiero Stupendo, an absolute classic by Patty Pravo”. Ehhhh, ¿WTF? ¿Madonna? ¿Pensiero stupendo? ¿Un clásico? ¿Patty Pravo?

El mundo queer —y todo lo que orbita alrededor— dio la espalda, por un momento, a las últimas estrellas del pop, del rock, de la música urbana y latina para, igual que la reina de Bay City (Michigan), volver la mirada a los orígenes. A lo más sofisticado, experimental, glam (e italiano) para abandonarse por completo a una de las voces y estilos más extrañamente elegantes y provocadores que ha dado el país de la bota. Eso, o que la curiosidad mató al gato… y a la mismísima Taylor Swift, porque medio planeta dejó en pausa sus listas habituales de reproducción para descubrir por sí mismo qué había visto la reina del pop en una “desconocida” diva italiana. Una diva a la que, te adelantamos, lleva copiando décadas.

Pero venga, va, hazlo tú también. ¿Cómo no íbamos a permitírtelo…? Abre tu plataforma de “confi” y teclea: “Patty Pravo”. Entra en el disco Miss Italia, de 1978. Ahora, pista 8. Y, ya que tienes el álbum delante, te vamos a contar quién es esta fantasía de mujer. Porque ya te habrás dado cuenta de que no das crédito con la portada del LP… Pues por eso (y por mucho más), Madonna la emula desde el principio de los tiempos, década a década, repasando cada una de sus etapas musicales y estéticas.

Ella, lo estás leyendo, es Patty Pravo. Tu abuela la conoce. Cantaba La bambola (sí, sí, también la versionó Marta Sánchez), un hit que la hizo mundialmente famosa y que era la respuesta italiana a La poupée de cire de France Gall. Pero mientras la ganadora de Eurovisión 1965 se asumía como una muñeca de porcelana (o de cera), la italiana, con su voz ronca, se negaba a serlo y, todavía menos, si era de usar y tirar.

Porque a ella ya la señalaban como el David Bowie femenino cuando David Bowie aún no era ni el Bowie de Heroes o Stage. Una mujer que, hoy, con 77 años, volverá en febrero a subirse al escenario del Ariston en el Festival de Sanremo y que continúa desatando escándalos. Por sus actuaciones sin prejuicios (siempre vestida de alta costura: en la última Semana de la Moda de París tenía mejor asiento en el ‘front row’ que Penélope Cruz, Naomi Campbell o Tilda Swinton, porque es musa del director creativo de la Maison, Matthieu Blazy) y por una vida aún más desprejuiciada. Otro apunte: estuvo en la cárcel por drogas y escándalo público. De hecho, Pedro Almodóvar se inspiró en ella para su Becky del Páramo de Tacones lejanos aunque Marisa Paredes cantara —a través de Luz Casal— un tema de Mina (Un anno d’amore).

¿Lo último de lo último (antes de explicarte lo de Madonna, obvio)? Además de que en su “tormentone” veraniego —Ratatan— aparece en brazos de un mocetón musculado como bronce pulido con el que, se dijo, pudo haber tenido algo, ya ha generado la primera polémica del festival más antiguo de Europa. Porque, mientras todo hijo de vecino —llámese Fedez o Annalisa— tiene que acudir con un tema inédito, ella regresa, sí, pero con la misma canción con la que ya quiso concursar el año pasado. Sin cambiarle ni una coma. “O esta o nada”. Y como eslogan ya figura en camisetas del lungomare de la ciudad, porque un “must” tan rotundo como un castillo merece, como mínimo, una T-shirt. Y no es para menos: todo en ella es majestuoso. O megalómano. Grande, grande, grande. Como una instalación de Christo. Pero (con glamour) permanente.

Y Madonna lo sabe. Ya lo supo cuando rodó el videoclip de Frozen, replicando el look de Patty en 1984 para la final de Sanremo. Cantando Per una bambola (otra canción de muñecas…) y enfundada en una malla de hierro, con patrón de Maurice Béjart (ahí es nada) y aguja y dedal de Gianni Versace. Pero también en Hung Up. O, incluso antes, en Like a Prayer, que filmó en la ciudad natal de Patty… Así que, ¿cómo no iba a saberlo ahora? Sobre todo cuando, pese a la diferencia de edad, ambas parecen hermanas siamesas, recién salidas del mismo cirujano plástico: rubias, felinas, andróginas y deliciosamente alienígenas.

La estrella del pop italoestadounidense habría grabado, como tema central de su Confessions On A Dancefloor Part II, el clásico de Patty titulado Pensiero stupendo, pero, por primera vez, ahorrándose los rodeos de la referencia velada, el guiño estético o la imitación. Es decir, yendo a las claras. Abordando nota a nota la versión italo-inglesa del éxito de la veneciana, con la que ella ya intentó conquistar el mercado estadounidense a mediados de los 70 y que, a mediados de los dosmiles, también rescató Roisin Murphy (¿a que ya te estás muriendo de ganas de escucharla?). El tema mantendría el estribillo en la lengua de Dante, de modo que, también por primera vez, escucharíamos a Veronica Louise Ciccone cantar con el mismo acento con el que se comía los spaghetti en casa.

¿Por qué hablamos en condicional? Porque la noticia no ha sido confirmada por ninguno de estos astros del espectáculo. Es decir, la conjunción de sus órbitas pertenece todavía al terreno del futuro. ¿Explosivo? Sí. ¿Deseable? Mucho. Pero aún en suspense. Lo que no ha impedido que su onda expansiva se nos haya adelantado, tenga ya el tamaño del hongo de una bomba H y haya arrasado con todo. Las escuchas de Patty Pravo se multiplicaron un 500% en un solo día y siguieron creciendo a medida que pasaban las horas y el rumor se propagaba sin encontrar la vacuna del desmentido ni una voz autorizada que enfriara la fiebre. Ni representantes, ni discográficas… Ni las propias estrellas. Que podrían haberlo hecho, ojo. A dúo.

Porque Patty y Madonna se siguen en Instagram. Se lanzan mensajitos de admiración mutua; Madonna ha subido stories con su música de fondo o, directamente, con sus canciones como protagonistas. Ora o mai più, por ejemplo. Y quizá de ahí venga todo: de que en esa “tontería” de “guapa tú / no, tú / no, no, no, tú más…” acabaran hablando de una sesión de estudio compartida en la que cantaron un tema escrito por Ivano Fossati y Oscar Prudente… Y ya sabes: siempre hay una amiga ratona que, atenta a las redes, te pilla en un renuncio. Blanco y en botella. El tema, con esos mimbres, solo podía ser Pensiero stupendo. La yuxtaposición de sus nombres encendió las redes transalpinas. Y no solo: el mundo anglo también se ha rendido a la idea, la de asistir a uno de los crossovers más sorprendentes y queer de los últimos años. Por darte otro dato, Ryan Murphy, creador de Pose, siempre cuela un tema de Patty en las bandas sonoras de sus series…

Pero es que, además, ahora mismo la industria musical vuelve a arder con Bedtime Stories – The Untold Chapter, el EP con el que Madonna celebra el 30 aniversario de su álbum Bedtime Stories, y con esta cultura del “¿y ahora qué?” que nos devora, solo queremos saber cómo será la segunda parte de Confessions por el 20º aniversario de aquella obra maestra de 2005. Una masterpiece que la italiana, al menos estéticamente, ya nos había adelantado en 1977. Porque si Madonna es la reina incontestable en eso de mezclar épocas y lenguajes, Patty Pravo es la Reina Madre.

Seguro que ya lo has hecho… Que si no te has ido a tu plataforma de escuchas, habrás acabado en YouTube, donde te habrás quedado en shock con la actuación de la italiana en satinado… Es de una Navidad. La de 1977 (¿ves lo que te decíamos?) y, sin embargo, parece de 2046. Lo estás viendo bien. Con esa delgadez, ese pelo platino, ese maquillaje metálico y ese ronroneo masculino y sensual… no parece de este planeta. Ni humana. Pero es irresistible y, sobre todo, provocadora.

Ocurrió después de algunos años de ausencia involuntaria de la televisión por sus rifirrafes con la censura. Por sus desnudos en fanzines (que combinaba, por ejemplo, con un Vogue América), por su tenencia (y consumo) de drogas (que le costó la cárcel a finales de los 80 y también a comienzos de los 90) y por sus declaraciones sobre su práctica del poliamor (sí, poliamor). Porque Pensiero stupendo va… de poliamor. Y qué mejor que cantar ese tema un 25 de diciembre, en su regreso a la RAI, como declaración de intenciones. Nótese la ironía… O, si no, lee: E tu / E noi / E lei / Fra noi / Vorrei / Non so / Che lei / O no / Le mani / Le sue… Pensiero Stupendo. Ehhhhh, pues claro, ¿cómo no le iba a gustar esto a Madonna si se dice más en las barras de separación de las estrofas que en los propios versos?

La canción es una oda al trío en toda regla, con la creación, por si faltaba algo, de una nueva figura retórica: “la elipsis sexual”. Tan ambigua y tan fácil —o enrevesada— como un ménage à trois. Y, si no, compárala con Je t’aime… moi non plus de Gainsbourg. Nada que ver. Aquí todo sucede en tu cabeza y, aunque también nos encante, los jadeos explícitos de Birkin están en las antípodas. Es más… más… pon tú el adjetivo, que a nosotros se nos han acabado.

En cualquier caso, lo de Patty es menos obvio. Como la belleza de la niebla de su ciudad. Acuosa. Con un punto de melancolía. Y de irrealidad. Su vida también tiene ese toque de realismo mágico. Como su apariencia, parece sacada de un cuento. Élfico. De niña, un cardenal afable y bonachón le abría el jardín del palacio para que jugara. Era el Palacio Roncalli y, aquel señor, el futuro Juan XXIII. Aprendía palabras en inglés gracias a otro señor estadounidense expatriado, simpatiquísimo, que le compraba helados y le recitaba adivinanzas. ¿Su nombre? Ezra Pound. Y los deberes, sobre todo los de piano, los hacía en la terraza de una vecina muy excéntrica, que subía el instrumento hasta allí para que tocara con vistas a la Salute. Era el Palazzo Nonfinito y la vecina, Peggy Guggenheim.

Su primer éxito llega en 1966, con Ragazzo triste, versión italiana de But You’re Mine de Sonny Bono; luego vendría Se perdo te y, en 1968, La bambola… Después se marcharía a Estados Unidos (Los Ángeles, San Francisco, Nueva York…), regresaría a Europa, a Londres, volvería a triunfar con Pazza idea en 1973 y, por fin, Pensiero stupendo… el tema que la convierte en símbolo de transgresión y en icono de moda. Rara, original, incómoda, irresistible, nueva… conquistaba por su extravagancia a Fellini y a Léo Ferré, fascinaba a The Beatles o a Paolo Conte por su modernidad, y a Jacques Brel por su carisma. Patty fue más salvaje que Mina, más ambigua que Dalida, más sexual que Kate Bush y, sobre todo, más vanguardista que la propia Madonna. Que antes de Madame X, Patty ya se había puesto el parche. ¿O es que has sido capaz de dejar de ver sus actuaciones en TV sin despegar los ojos de la pantalla?

Sigue, sigue. No te sientas culpable. Todo en ella es superlativo y, a la vez, escurridizo y sutil: “Las historias que he tenido, incluso mis maridos (cinco, por cierto), fueron una manera de perder el tiempo. La vida sólo es un buen recuerdo”. Palabra de Patty.

Descubrimos a Patty Pravo, la ‘bambola’ (casi) octogenaria que ha desbancado a Rosalía y Taylor Swift del Número 1 por “culpa” de Madonna
Los paparazzi han enfadado a los fans de Nicole Kidman, de 56 años, con sus cutres fotos playeras. Nunca nadie ha podido engañar a la edad, ni siquiera Nicole