Era la primera vez que asistía a la fiesta de la oficina de mi marido, pero de ninguna manera esperaba ver allí a su otra esposa.

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Cuando Anna recibió un correo electrónico invitando a su marido a una lujosa fiesta de Nochevieja, le picó la curiosidad. Lo que descubrió en el evento rompió su confianza y fue el comienzo de un inesperado viaje de autodescubrimiento.

La velada empezó como cualquier otra. Anna y su marido Dimitri estaban sentados en el sofá viendo una película cuando el portátil de Dimitri emitió un pitido. Dimitri se retiró al baño, dejando el portátil abierto sobre la mesita. La mirada de Anna se posó en la pantalla, donde destacaba el asunto del correo electrónico:

«Querido Dimitri,
Nos complace anunciarte que la fiesta de Nochevieja está al caer. Código de vestimenta: fiesta blanca. Te invitamos a venir con un acompañante (con tu cónyuge)».

Anna parpadeó, releyendo la carta. Dimitri siempre se quejaba de que su empresa no permitía invitar a los invitados a sus eventos. Pero aquí había una invitación que indicaba claramente que podía llevar a su mujer. Cuando Dimitri regresó, Anna mencionó la carta por descuido.

«¿Tu empresa celebra una fiesta de Nochevieja?». – le preguntó.

«Sí, nada especial», respondió él rápidamente, cerrando el portátil. «Sólo un evento normal de trabajo».

Anna ladeó la cabeza. «¿Puedo ir? La carta decía lo del acompañante…».

«No», la interrumpió él en tono áspero. «Es sólo para empleados. Créeme».

Algo en su respuesta le pareció extraño. Por primera vez en todo su matrimonio, Anna se sintió desconfiada. Decidió dejarlo pasar, pero sólo por el momento.

Cuando llegó Nochevieja, Dimitri la besó en la mejilla antes de marcharse. «Feliz Año Nuevo, Ana», le dijo mientras se ponía el abrigo.

«Feliz Año Nuevo», contestó ella mientras le veía marcharse.

Pero en lugar de quedarse en casa, Anna se puso un vestido blanco y fue al hotel que figuraba en la carta. El hotel estaba deslumbrante, lleno de huéspedes elegantemente vestidos. El corazón de Anna latió más deprisa cuando se acercó a la recepción.

«¿Su nombre, por favor?» – preguntó la recepcionista.

«Anna. Soy la mujer de Dimitri», dijo con seguridad.

El recepcionista vaciló, su sonrisa se desvaneció. «Lo siento, señora, pero el señor Dimitri ya se ha registrado… con un acompañante».

Anna se quedó sin aliento. «¿Qué? Pero si soy su mujer».

La cara de la recepcionista enrojeció de vergüenza. «Yo… no sé qué decir. Llegó hace unos treinta minutos con otra mujer. Son invitados frecuentes a nuestros eventos».

La respiración de Anna se aceleró al ver a Dimitri al otro lado del pasillo, riendo con una mujer que le rodeaba el hombro con el brazo. Anna no necesitó presentación para darse cuenta de quién se trataba. Se le partía el corazón, pero no quiso mostrarlo. Se dio la vuelta y se alejó sin acercarse a él.

El aire frío de la noche le arañó la cara mientras se dirigía a su coche. Ira, traición y dolor se mezclaban en su interior. No sabía lo que haría a continuación, pero una cosa era segura: las acciones de Dimitri no quedarían sin consecuencias.

A la mañana siguiente, Anna estaba tomando café cuando sonó el teléfono. Una voz tranquila y profesional la saludó: «¿Es la mujer del Sr. Dimitri? Soy del hospital Mercy. Su marido ha tenido un accidente esta mañana».

A Anna se le encogió el corazón. «¿Está bien? – Preguntó.

«Tiene una conmoción cerebral y un brazo roto. Hay complicaciones que le explicaremos cuando llegue».

En el hospital, Anna estaba de pie junto a la cama de Dimitri, con las emociones a flor de piel. Estaba pálido y frágil, con el brazo escayolado. Cuando la vio, sus ojos se llenaron de culpa.

«Anna», dijo con voz ronca. «Sé que estás enfadada, pero no es lo que piensas».

La voz de Anna era gélida. «Es exactamente lo que creo que es. Te vi con ella».

«Por favor», suplicó. «He cometido un error. Necesito que firmes los papeles de mi operación. Mi seguro ha caducado».

Anna lo miró fijamente, sintiendo la rabia hervir en su interior. «Me has mentido. Trajiste a otra mujer a la fiesta y me humillaste. ¿Y ahora quieres que te lo compense?». Dio un paso atrás. «Pídele a tu ‘acompañante’ que se encargue».

«Anna, no hagas esto», suplicó. «Ella se ha ido. No tengo a nadie más».

A Anna se le apretó el corazón, pero se mantuvo inflexible. «Has tomado tu decisión, Dimitri. Ahora vive con ella».

Se marchó, dejándole atrás.

En las semanas siguientes, Anna se enteró por amigos comunes de que la vida de Dimitri se estaba desmoronando. Su carrera se había tambaleado y la mujer de la fiesta había desaparecido, al darse cuenta de que él no era quien decía ser. Anna, en cambio, se sentía más ligera que en años.

Por primera vez, se centró en sí misma. Se dedicó a la cerámica, exploró rutas de senderismo y volvió a pintar. Poco a poco, recuperó la vida que había dejado de lado por el matrimonio.

La historia de Anna no terminó con la traición de Dimitri. Empezó con el descubrimiento de su propia fuerza e independencia. Antes había sido una esposa devota. Ahora se ha convertido en una mujer que camina audazmente hacia su futuro.

Era la primera vez que asistía a la fiesta de la oficina de mi marido, pero de ninguna manera esperaba ver allí a su otra esposa.
¿Ves estas increíbles fotos? Las hizo mi hermano.