Algunas fotos producen escalofríos, aunque no lo pretendan. Una foto inocua puede parecer inquietante cuando se mira a través de la lente de la historia o se la despoja de su contexto. ¿Por qué resulta tan espeluznante? ¿Qué historia hay detrás?
A lo largo del tiempo, las cámaras han capturado momentos que han provocado curiosidad, ansiedad e innumerables preguntas. Estas imágenes inquietantes no se crearon para ser espeluznantes, pero sus detalles misteriosos o su historia olvidada las hacen inolvidables.
A veces, descubrir la verdad que hay detrás de ellas puede aliviar la tensión, pero otras veces sólo aumenta el misterio. ¿Está preparado para descubrir las historias que se esconden tras estos escalofriantes ecos del pasado?
Montaña de cráneos de búfalo (1892).

Esta inquietante fotografía tomada en 1892 en el exterior de Michigan Carbon Works, en Rougeville, Michigan, capta un impactante momento de la historia. Muestra una enorme montaña de cráneos de búfalo recogidos para su transformación en pegamento para huesos, fertilizante y carbón vegetal. Lo que hace que esta imagen sea tan inquietante es la historia que cuenta, no sólo sobre la explotación de los recursos naturales, sino sobre las pérdidas masivas asociadas a la colonización y la industrialización.
Durante la Edad Media, los europeos utilizaron las momias con diversos fines: molidas en polvo para crear supuestas medicinas, convertidas en antorchas por lo bien que quemaban e incluso empleadas para tratar dolencias como la tos o los huesos rotos. La creencia de que las momias se embalsamaban con betún curativo alimentó esta tendencia, aunque en realidad no era así. En el siglo XIX, el uso médico de las momias había disminuido, pero se mantuvo el interés por ellas.
Los ladrones de tumbas alimentaron la demanda de momias y los mercaderes las enviaron de Egipto a Europa y América, donde se convirtieron en preciadas posesiones de los ricos. Se exhibían como símbolos de estatus o se utilizaban para la investigación. Una de las tendencias más extrañas del siglo XIX fue la «fiesta de desenvoltura», en la que las momias se desenvolvían ceremoniosamente ante curiosos, desdibujando los límites entre ciencia y entretenimiento.
Esta imagen de un comerciante descansando entre una multitud de momias pone de relieve cómo estos antiguos artefactos se convirtieron en una mercancía que se utilizaba para diversos fines, desde experimentos médicos hasta espectáculos de salón. Es un recordatorio de cómo se trataban antiguamente los tesoros culturales y por qué su conservación es tan importante hoy en día.
Inger Jacobsen y Bülow (1954)

Esta fotografía de mediados de los años 50 puede parecer un poco espeluznante a primera vista, pero lo más probable es que capte un día cualquiera en la vida de la cantante noruega Inger Jacobsen y su marido, el ventrílocuo danés Jacky Hein Bülow Jantzen, más conocido por su nombre artístico Jacky Bülow.
Jacobsen era una de las cantantes favoritas en Noruega e incluso representó a su país en el Festival de Eurovisión en 1962. Al mismo tiempo, Bülow aportó su encanto único y su talento de ventrílocuo al público en una época en que esta forma de arte estaba floreciendo, especialmente en la radio y la incipiente televisión.
La fotografía parece una instantánea de una época pasada, un vistazo a un mundo que parece muy alejado del actual. Sin embargo, la ventriloquia, aunque cada vez menos común, no ha desaparecido por completo. La destreza y creatividad de los ventrílocuos sigue cautivando al público, y tres artistas -Terry Fator (2007), Paul Zerdin (2015) y Darci Lynn (2017)- incluso han ganado America’s Got Talent. Es la prueba de que el mundo puede estar cambiando, pero algunas tradiciones siguen vivas de formas inesperadas.
El comerciante de momias durmientes (1875).

Las momias siempre han fascinado a la humanidad, y las antiguas momias egipcias han cautivado la imaginación durante más de 2.000 años. Pero el modo en que han sido tratadas a lo largo de la historia de la humanidad revela una historia extraña y a veces inquietante.
Durante la Edad Media, los europeos utilizaron las momias con diversos fines: molidas en polvo para crear supuestas medicinas, convertidas en antorchas por lo bien que quemaban e incluso empleadas para tratar dolencias como la tos o los huesos rotos. La creencia de que las momias se embalsamaban con betún curativo alimentó esta tendencia, aunque en realidad no era así. En el siglo XIX, el uso médico de las momias había disminuido, pero se mantuvo el interés por ellas.
Los ladrones de tumbas alimentaron la demanda de momias y los mercaderes las enviaron de Egipto a Europa y América, donde se convirtieron en preciadas posesiones de los ricos. Se exhibían como símbolos de estatus o se utilizaban para la investigación. Una de las tendencias más extrañas del siglo XIX fue la «fiesta de desenvoltura», en la que las momias se desenvolvían ceremoniosamente ante curiosos, desdibujando los límites entre ciencia y entretenimiento.
Esta imagen de un comerciante descansando entre una multitud de momias pone de relieve cómo estos antiguos artefactos se convirtieron en una mercancía que se utilizaba para diversos fines, desde experimentos médicos hasta espectáculos de salón. Es un recordatorio de cómo se trataban antaño los tesoros culturales y por qué su conservación es tan importante hoy en día.
Pulmones de hierro (1953)

Antes de la llegada de las vacunas, la polio era una de las peores enfermedades del mundo, que paralizaba o mataba a miles de personas cada año. En EE.UU., la peor fue el brote de 1952, cuando se registraron casi 58.000 casos, dejando a más de 21.000 personas discapacitadas y matando a 3.145, la mayoría niños. La polio no daña directamente los pulmones, sino que afecta a las neuronas motoras de la médula espinal, interrumpiendo la conexión entre el cerebro y los músculos necesarios para respirar.
Para los pacientes más enfermos, la supervivencia significaba a menudo el confinamiento en un «pulmón de acero», un respirador mecánico que los mantenía con vida forzando la entrada de aire en sus pulmones paralizados. Los hospitales tenían hileras de estas máquinas cilíndricas repletas de niños que luchaban por su vida. Una imagen de estos «pulmones mecánicos» es suficiente para transmitir el devastador impacto de la polio, un escalofriante recordatorio del miedo y la incertidumbre que se apoderaron de las familias antes de que la vacuna estuviera disponible en 1955.
Incluso para los que salían del pulmón de acero, la vida no volvía a ser la misma, y a menudo quedaban discapacitados. Pero la fotografía de arriba -las interminables hileras de pulmones de acero- da testimonio tanto del coste humano de la epidemia como de la resistencia de quienes lucharon por superarla.
Una joven madre y su hijo muerto (1901)

La fantasmagórica imagen de Otilia Januszewska sosteniendo en brazos a su hijo Alexander, recientemente fallecido, no sólo captura un profundo momento de dolor, sino que también habla de la tradición victoriana de la fotografía póstuma. Esta práctica, que se generalizó a mediados del siglo XIX, servía para honrar a los difuntos y preservar una última conexión tangible con los seres queridos, especialmente cuando la realidad de la muerte parecía demasiado abrumadora.
La idea de reflexionar sobre la muerte hunde sus raíces en el concepto de memento mori, que significa «recuerda que debes morir», y tiene profundas raíces históricas. En la Edad Media, los recuerdos de la muerte aparecían a menudo en los cuadros, y las primeras culturas crearon baratijas con esqueletos, un reconocimiento sombrío pero necesario de la fragilidad de la vida.
Con la llegada de la fotografía en el siglo XIX, se convirtió en el medio perfecto para hacer personales e íntimas estas reflexiones. Las familias, que ahora podían hacer fotografías, inmortalizaron a sus seres queridos fallecidos en un intento de tenerlos siempre a mano. Esto permitía a los vivos hacer el duelo, pero también creaba un fuerte vínculo, una sensación de conexión después de la muerte.
Curiosamente, hoy en día, cuando fallece un ser querido, tendemos a centrarnos en celebrar su vida, evitando a menudo la dura realidad de su muerte, casi como si mencionarla directamente estuviera prohibido. En cambio, los victorianos acogían la muerte con entusiasmo, incorporándola a rituales que reconocían su inevitable presencia.
La fotografía póstuma, que alcanzó su apogeo en las décadas de 1860 y 1870, fue una parte clave de este proceso. Comenzó en la década de 1840 con la invención de la fotografía y, aunque no todos los victorianos se sentían cómodos fotografiando a los muertos, la práctica se generalizó, especialmente en Gran Bretaña, Estados Unidos y Europa.
Una obrera de 9 años en Maine (1911)

En 1911, la vida de muchas familias de clase trabajadora en Estados Unidos se reducía al trabajo duro, las largas jornadas laborales y llegar a fin de mes.
Para Nan de Gallant, una niña de 9 años de Perry, Maine, el verano sólo significaba una cosa: trabajar en la fábrica Seacoast Canning Co. de Eastport, Maine. No correteaba por el campo ni jugaba con sus amigos: ayudaba a su familia a transportar sardinas, trabajando largas horas junto a su madre y sus dos hermanas.
Desgraciadamente, el trabajo infantil era habitual en los Estados Unidos de principios del siglo XX, sobre todo en industrias como la conservera, la textil y la agrícola. Cada par de manos extra ayudaba a las familias. Pero para niños como Nan, significaba sacrificar la infancia. A los 9 años ya trabajaba, lo que por desgracia no era raro entre los niños de su edad en aquella época. Según la Oficina de Estadísticas Laborales de Estados Unidos, en 1910 trabajaba el 18% de los niños de entre 10 y 15 años.
Maine tenía una ley que prohibía a los niños menores de 12 años trabajar en la industria manufacturera, pero no se aplicaba a las conserveras que producían alimentos perecederos. Esa ley se modificó en 1911, pero es difícil saber qué impacto tuvo en la vida de niños como Nan.
James Brock vierte ácido en una piscina (1964)

En 1964, una escalofriante fotografía captó al gerente de un motel, James Brock, vertiendo ácido muriático en la piscina del Monson Motor Lodge para impedir que los bañistas negros la utilizaran.
El acto se produjo tras el intento de un grupo de activistas negros de integrar un espacio segregado en San Agustín (Florida). En lugar de permitir la igualdad, Brock decidió destruir la piscina.
La fotografía, tomada por Charles Moore, simboliza el arraigado racismo de la época y el valor de quienes lucharon por los derechos civiles. Hoy nos recuerda lo lejos que hemos llegado y lo lejos que nos queda por llegar en la lucha por la igualdad. Nos enseña resiliencia, el poder de la resistencia y la necesidad de afrontar las verdades incómodas de nuestra historia.
Mineros del carbón regresan de las profundidades (C.1900)

A principios de los años veinte, los mineros del carbón belgas soportaban duras jornadas bajo tierra, trabajando en condiciones peligrosas para suministrar combustible a la creciente revolución industrial. Tras horas de trabajo agotador en la oscuridad, se apretujaban en un ascensor abarrotado y finalmente salían a la luz. El crujido del ascensor y el murmullo de sus voces muestran hasta qué punto dependían unos de otros.
Sus rostros, cubiertos de polvo de carbón, contaban una historia de trabajo duro y sacrificio. Cada arruga y cada rasgo daban testimonio de lo duro que les resultaba el trabajo, pero al mismo tiempo reflejaban el orgullo que sentían por su labor. Estos hombres mantenían la industria en movimiento, aunque fuera a costa de su salud y su seguridad.
Cuando por fin salieron a la luz del día, fue un vívido recordatorio del contraste entre la oscuridad de las minas y la brillante luz del cielo. Pero aún más, fue un recordatorio de su fuerza y resistencia. Se tenían el uno al otro y juntos siguieron adelante. Su vínculo, forjado a través de sus luchas compartidas, era el corazón de su comunidad: se enfrentaban a las dificultades codo con codo, pasara lo que pasara.
Huellas dactilares de Alvin Karpis (1936)

Alvin «Creepy» Karpis, un famoso delincuente de los años 30, era miembro de la banda de Barker y se dedicaba a secuestros de alto nivel. Tras dejar huellas en dos grandes crímenes en 1933, intentó borrar su identidad.
En 1934, él y otro miembro de la banda, Fred Barker, se sometieron a cirugía estética con el médico de Chicago Joseph «Doc» Moran. Moran les modificó la nariz, la barbilla y la mandíbula, e incluso les congeló los dedos con cocaína para borrar las huellas dactilares.
A pesar de estos esfuerzos, Karpis fue capturado en Nueva Orleans en 1936, condenado a cadena perpetua y pasó más de 30 años entre rejas, incluida una estancia en Alcatraz. Salió en libertad condicional en 1969.
Disfraces de Halloween en 1930

Durante la Gran Depresión, a medida que aumentaban la violencia y el vandalismo, las comunidades empezaron a crear tradiciones como repartir caramelos, celebrar fiestas de disfraces y organizar casas encantadas para disuadir de la conducta desordenada. En esta época también había más opciones de disfraces para los niños, lo que añadía diversión a las celebraciones.
Dos hombres fabricando una máscara mortuoria (c. 1908)

Las máscaras mortuorias se han utilizado durante mucho tiempo para preservar la apariencia del difunto. Los antiguos egipcios, por ejemplo, crearon máscaras detalladas para ayudar a los muertos a navegar por la otra vida. Del mismo modo, los antiguos griegos y romanos crearon estatuas y bustos de sus antepasados, sentando las bases para las máscaras póstumas que vinieron después.
Lo que distinguía a las máscaras póstumas de otras imágenes era su realismo. A diferencia de las esculturas idealizadas, estas máscaras estaban diseñadas para transmitir los verdaderos rasgos de la persona, creando un homenaje imborrable. Personajes famosos como Napoleón, Lincoln y Washington se hicieron máscaras póstumas, que luego se utilizaron para estatuas y bustos que los inmortalizaron mucho después de su muerte.
¿Hay alguna imagen que hayas echado de menos o alguna que hayas visto que te haya gustado? ¿Qué opina de todos estos cuadros espeluznantes? ¿Cuál te ha impresionado más? No dude en compartir su opinión en los comentarios.