😦 Mi esposo me echó descalza en un día de invierno, y lo que me pasó después fue realmente increíble.
Desde hacía un tiempo sospechaba que mi esposo tenía una amante. Esa idea no me dejaba tranquila y, un día, decidí preguntárselo directamente.
Él volvió del trabajo y yo, sin rodeos, le solté:
—¿Tienes una amante?
Lo admitió sin intentar ocultarlo, pero eso ni siquiera fue lo peor. Después añadió:
—Ya que lo sabes, aquí ya no tienes lugar. Tienes que irte.
Me echó de casa sin dejarme coger ni zapatos ni abrigo. Cuando llamé a la puerta, me respondió con frialdad:
—Aquí no tienes nada.

No voy a decir que yo fuera una mujer feliz con él, pero jamás imaginé que me expulsaría de esa manera.
Caminé hasta la parada de autobús cerca de nuestra casa. Estaba tan perdida en mis pensamientos que ni siquiera noté que una niña pequeña se acercaba. Solo la escuché decir:
—Tome, señora, esto es para usted.
Me tendió un paquete con comida y, al darse cuenta de que iba descalza, añadió:
—Lo siento mucho, pero mis pies son demasiado pequeños. Si no, también le daría mis zapatos.
Y se fue.
Me quedé allí sentada, con la esperanza de que mi esposo viniera a buscarme, porque él sabía perfectamente que yo no tenía adónde ir. Pero lo que ocurrió después fue realmente increíble.
Mi esposo me echó descalza en un día de invierno, y lo que me pasó después fue realmente increíble

A los pocos minutos, la niña regresó corriendo.
—Señora, puede venir a nuestra casa, está muy cerca. Mi papá la ayudará.
Mi esposo me echó descalza en un día de invierno, y lo que me pasó después fue realmente increíble
Avergonzada, pero demasiado agotada para negarme, fui con ella.
Cuando llegamos, su padre me explicó que su esposa había fallecido tres años atrás y que necesitaba a alguien que cuidara de su hija.
Me propuso trabajar como niñera para la niña y quedarme a vivir con ellos.

Mi esposo me echó descalza en un día de invierno, y lo que me pasó después fue realmente increíble
Con el tiempo, él resultó ser muy atento: me apoyó moralmente y me dio la estabilidad que yo ya no tenía.
Un día, cuando estábamos sentados juntos, me confesó sus sentimientos y me pidió que me casara con él, deseando que me quedara con ellos para siempre.
