‘Monstruo con 240 tatuajes’: acusan a un joven padre de ser un mal padre

Para muchos, los tatuajes son una forma de autoexpresión, una manera de adornar el cuerpo con arte que tiene un significado personal. Pero para Richard Huff, un «adicto a los tatuajes» de 51 años con más de 240 tatuajes, la superficie que ha elegido provoca reacciones negativas y juicios de valor. A pesar de ser padres devotos de siete hijos, Richard y su esposa Marita se enfrentan a ataques en Internet por sus extensos tatuajes.

Richard comenzó su fascinación por los tatuajes a los 17 años, y con los años su pasión ha convertido su cuerpo en un lienzo viviente. En la actualidad, alrededor del 85% de su piel está cubierta de intrincados dibujos, incluidos los nombres de sus hijos e incluso los labios de su hija. Quiere cubrir su cuerpo por completo en los próximos cuatro años.

Aunque a Richard le entusiasma el aspecto artístico de los tatuajes, su trayectoria no ha estado exenta de dificultades. Los compañeros de sus hijos a veces expresan preocupación, pero su hija los calma diciendo: «¡No da miedo! Tiene tatuajes, pero es un buen padre».

Marita, la esposa de Richard, admite que al principio tenía dudas sobre su aspecto. Al principio le juzgué», admite, “pero a medida que fui conociéndole mejor, me di cuenta de que era un hombre amable y cariñoso”. Sin embargo, algunos críticos de Internet no fueron tan indulgentes, cuestionando la elección de Marita y tachando a Richard de «monstruo».

A pesar de los comentarios negativos, Richard sigue siendo un padre devoto, que participa activamente en las actividades escolares.

Aunque a veces los comentarios en Internet atacan su aspecto, otros salen en su defensa. Un simpatizante señala: «Le gustan sus tatuajes, es un buen padre. Déjale ser». Otro observa acertadamente: «Los tatuajes no convierten a alguien en mal padre».

Richard cree que la crítica dice más del que critica que del criticado. Prefiere centrarse en lo que realmente importa: la felicidad de su familia. «Somos felices juntos, los niños son felices», dice, “eso es todo lo que importa”.

Las críticas negativas no empañan el amor de Richard por su familia ni su deseo de expresarse.

Se une a un número creciente de personas que adoptan los tatuajes independientemente de la edad o las expectativas sociales.

Al igual que su abuela desafió a los críticos adornando su cuerpo con arte a una edad avanzada, Richard demuestra que la autoexpresión puede adoptar muchas formas.

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