El origen de esta mujer es una sucesión de pruebas, privaciones y lucha constante. Nació en 1965, en Carolina del Sur, y pasó su infancia en una destartalada casita en la parcela de su abuela. Más tarde, la familia se mudó a Rhode Island con la esperanza de que las cosas cambiaran, pero la realidad resultó ser aún más dura: una vivienda sin calefacción ni agua, hambre diaria, falta de condiciones básicas. Para no morir de hambre, ella y sus hermanas tenían que recoger sobras y robar comida de las tiendas a escondidas. Estas primeras impresiones quedaron grabadas para siempre en su interior.

Sin embargo, tenía un objetivo: abandonar el mundo en el que había nacido. La educación y la creatividad se convirtieron en su verdadera salvación. Sus estudios fueron bien y las clases de deporte y la participación en espectáculos le dieron la oportunidad de expresar lo que sentía. Subió al escenario por primera vez a los siete años, actuando junto a sus hermanas en una fiesta local, y fue entonces cuando surgió su conexión con el arte. Gracias a su esfuerzo y perseverancia, obtuvo una beca para la Universidad de Rhode Island y luego fue admitida en la prestigiosa escuela Juilliard, donde fue seleccionada entre miles de candidatos.

Sus estudios en Juilliard sentaron las bases de su futuro. Casi inmediatamente después de graduarse, comenzó a actuar en teatros y, a los 29 años, fue nominada al premio Tony por su papel en la obra Seven Guitars. A partir de entonces, comenzó a aparecer en cine y televisión. El verdadero salto se produjo cuando fue seleccionada para el proyecto «Doubt», por el que fue nominada por primera vez a los Óscar. Más tarde le siguieron «La criada» y, finalmente, la victoria histórica: se convirtió en la primera actriz negra en ganar un premio Emmy por su papel protagonista en una serie dramática.
Sin embargo, su contribución va más allá de su profesión. Tras haber pasado hambre, participó en la iniciativa Hunger Is…, que se dedica a recaudar fondos para programas de alimentación infantil. Su postura es clara: ningún niño debería pasar hambre en un país donde hay comida en abundancia. En sus memorias, Finding Me, comparte su experiencia personal y ayuda a otros a creer que el pasado no debe determinar el futuro.

Ahora Viola Davis lleva una vida completamente diferente. Junto con su marido, el actor y productor Julius Tennison, están criando a su hija adoptiva, Genesis. A los 55 años, compró la casa de su infancia, no para vivir en ella, sino como símbolo de un largo y difícil camino. Del hambre y el miedo al reconocimiento y la seguridad, su biografía se convierte en un ejemplo de que la fuerza interior es suficiente para superar las circunstancias y lograr lo imposible.