Dos hermanos y dos hermanas que vivían según las leyes de la simetría experimentaron una insólita coincidencia de destinos que cambió sus vidas. Alexander y Benedict, hermanos gemelos, conocieron a las hermanas Maria y Anna en un congreso científico, donde enseguida se dieron cuenta de la armonía que había en sus interacciones. Alexander y Maria, Benedict y Anna: sus citas se desarrollaron casi como en un espejo, con gestos y risas sincronizados. Unos meses más tarde, ambos hermanos les hicieron idénticas proposiciones de matrimonio en el jardín botánico, y las parejas decidieron celebrar sus bodas el mismo día. Su ceremonia también fue doble: trajes y vestidos idénticos, dobles votos y primer baile.
Tras la boda, las parejas se instalaron en el barrio, en casas idénticas, llevando vidas casi idénticas. Pronto ambas hermanas quedaron embarazadas, y la alegría de esta noticia fue compartida no sólo por las chicas, sino también por sus maridos. Un año más tarde, una ecografía reveló que ambas hermanas esperaban gemelos, lo que causó conmoción en la familia, pero también una inmensa alegría. Los preparativos para el parto transcurrieron con la máxima sincronía: las mismas cunas, pañales, incluso regalos para el baby shower.
Cuando llegó el momento de dar a luz, Maria y Anna se encontraron en salas vecinas del hospital de maternidad, y pocas horas después dieron a luz a niñas. Maria dio a luz a Sofia y Snezhana, y Anna a Serafima y Stefania. Las niñas se hicieron inmediatamente inseparables, con idéntica apariencia y comportamiento, lo que reforzó aún más la impresión de simetría en sus vidas. A pesar de ser primas, genéticamente las niñas resultaron ser casi hermanas completas.

Las niñas se educaban con los mismos criterios: el mismo horario, los mismos juguetes, las mismas actividades y las mismas diversiones. Incluso en la guardería los profesores no podían distinguir quién era hija de quién, porque las niñas eran como dos gotas de agua parecidas entre sí. Las fiestas para ellas se convirtieron en dobles: dos tartas, dos juegos de regalos, dos álbumes de fotos. Los parientes, encantados con esta coincidencia, propusieron en broma crear un escudo familiar con alas de espejo.
Cuando las niñas crecieron, los científicos se interesaron por su singular fenómeno genético. Al encontrarse en el centro de la atención de la comunidad científica, la familia participó en varios estudios y fue invitada a la clínica genética de la universidad. Los científicos confirmaron que los hijos de gemelos idénticos eran genéticamente similares como hermanos, lo que atrajo la atención de los medios de comunicación e incluso se convirtió en el tema de un documental, Living in the Mirror.
Con el tiempo, las niñas empezaron a buscar su individualidad, eligiendo diferentes aficiones e incluso escuelas, pero su vínculo siguió siendo igual de fuerte. La familia siguió viviendo en armonía, respetando los límites personales de cada uno pero manteniendo siempre una profunda unidad.