Nael y su esposa Susan habían crecido en un orfanato y ya habían iniciado una relación seria. Susan dio a luz a su primer hijo cuando sólo tenía catorce años.
Al llegar a la edad adulta, la pareja ya había tenido tres hijos. La joven familia Rayford decidió no detenerse ahí, querían dar felicidad al mayor número posible de niños.
Susan daba a luz casi todos los años, el más joven de su familia lo tuvo a los cuarenta y tres años, aunque este bebé ya no lo planearon. Pero equilibró el número de hermanos y hermanas en Raiford, llegaron a ser once cada uno.
El heredero mayor de Nael y Susan había celebrado recientemente su trigésimo segundo cumpleaños. Este acontecimiento coincidió con el traslado a una nueva y enorme mansión, ahora cada hijo tiene su propia habitación.
El Estado mantiene a la familia con ayudas y subvenciones, pero los padres también tienen sus propios ingresos, procedentes de la panadería familiar.
La cantidad de trabajo diario a la que se enfrentan los Raiford es asombrosa, sólo la colada ya merece la pena, a veces la máquina funciona incluso por la noche para que la ropa esté limpia por la mañana.
Nael y sus hijos mayores hacen la compra en minibús, para poder comprar todo lo necesario para la familia durante el día.
Los Raiford también van juntos de vacaciones. Alquilan un autobús aparte para ir al mar, y sus viajes suelen pagarlos el ayuntamiento o patrocinadores.
No se sabe si tendrán otro hijo; puede pasar cualquier cosa, y entonces habrá que plantearse de nuevo el equilibrio entre niñas y niños.