El monarca mantendría con su hijo la línea que en su día marcó Isabel II, aunque se prevén más viajes del duque de Sussex al Reino Unido, nunca serán de carácter institucional.

Han sido días intensos para la monarquía británica y, en particular, para el rey Carlos III. Tras concluir su estancia en Balmoral, el soberano mantuvo un esperado encuentro con el príncipe Harry en medio de una gran expectación. En los días siguientes, asistió al funeral de la duquesa de Kent, estrechando lazos históricos entre la Corona británica y la Iglesia Católica, y ofreció además un recibimiento de Estado sin precedentes a Donald Trump.
En este contexto cargado de simbolismo, comienzan a conocerse detalles del contenido de la reunión entre padre e hijo, ya bautizada por la prensa británica como una “cumbre de paz”: el príncipe Harry podrá pasar más tiempo en el Reino Unido, pero siempre bajo las condiciones impuestas por el rey Carlos III.

El encuentro en Clarence House
La reunión tuvo lugar en Clarence House el 10 de septiembre, cuando las cámaras captaron la llegada del monarca, recién aterrizado en Londres, y del duque de Sussex, que hizo una pausa en su agenda de cuatro días en el país para reencontrarse con su padre después de 19 meses sin verse.
Según Daily Mail, el rey ha decidido mantener intacta la línea trazada por Isabel II durante la llamada “cumbre de Sandringham”, donde se selló la salida oficial de los Sussex de la familia real activa. En la práctica, esto significa que Harry podrá regresar con más frecuencia al Reino Unido y desarrollar una agenda pública vinculada a sus propias iniciativas, pero sin representar oficialmente a la monarquía.

“El rey es un hombre indulgente, pero ha sido absolutamente claro al defender la decisión de su difunta madre: no puede haber miembros ‘a medio camino’ dentro y fuera de la familia real trabajadora”, cita el medio británico.

Más viajes, pero sin papel institucional
Fuentes cercanas al entorno palaciego apuntan a que este acuerdo podría inaugurar un nuevo modelo de relación para el duque de Sussex, que planea viajar a Reino Unido entre cuatro y cinco veces al año para participar en eventos públicos.
La incógnita es si esos compromisos estarán exclusivamente ligados a sus proyectos filantrópicos o si podrían incluir actos relacionados con la Casa Real británica, algo que desde Londres se descarta por completo.

Esta aclaración surge tras algunas informaciones que sugerían que Harry podría, en el futuro, aliviar parte de la carga institucional de su hermano, el príncipe Guillermo. Según Daily Mail, en tono irónico: “Quienquiera que esté detrás de esa información parece haber confundido un breve té y una rebanada de pastel con el Tratado de Versalles”.
El artículo insinúa que ese rumor podría haber partido del entorno de los Sussex, aunque también resulta improbable que Harry quisiera difundir algo así, justo cuando ha logrado suavizar su relación con su padre y consolidar el éxito de sus últimos proyectos. En cualquier caso, el príncipe Guillermo se mantiene al margen y no muestra interés en participar de esta aparente distensión.

Carlos III sigue el ejemplo de Isabel II
Todo indica que el rey mantiene el espíritu conciliador de Isabel II. Conviene recordar que, tras retirar a los Sussex de sus deberes oficiales y de sus títulos honoríficos, la difunta reina nunca rompió los lazos familiares. Los invitó al Jubileo de Platino de 2022 —aunque desde un lugar discreto, al igual que el resto de sus nietos— y los recibió durante el servicio religioso en su honor.
Del mismo modo, Carlos III invitó a Harry tanto a los funerales de Isabel II como a su propia Coronación en mayo de 2023, mostrando que, pese a las tensiones, la puerta familiar no se ha cerrado del todo.

Un posible dilema en el horizonte: los Juegos Invictus 2027
La próxima gran cita que podría volver a unir a Harry y la monarquía es la celebración de los Juegos Invictus en Birmingham, en junio de 2027.
Aunque el evento está íntimamente ligado al duque de Sussex, su magnitud —con participación de más de veinte países y un fuerte impacto en la comunidad de veteranos— plantea un dilema a la realeza británica.

Más que un acto personal, se trataría de un evento de relevancia internacional y carácter humanitario, lo que podría justificar la presencia de algún miembro de la familia real.
No se interpretaría como un “regreso” de Harry al seno de la monarquía, sino como un gesto institucional de apoyo a los veteranos y al compromiso histórico del rey Carlos III con las Fuerzas Armadas.

En definitiva, la “cumbre de paz” entre padre e hijo habría abierto una nueva etapa de diálogo y respeto mutuo, pero bajo una condición clara: Harry podrá regresar, pero nunca como representante de la Corona.