¿Sería capaz de cenar a unos doscientos metros de altitud?

Algunas fotos de principios de los años treinta del siglo pasado, en las que un equipo de montadores descansa y almuerza sobre una enorme viga en I, siguen despertando admiración y suscitando muchas discusiones. Hay varias razones para ello.

En primer lugar, la trama, en efecto, más que extraordinaria, y en segundo lugar, se sigue discutiendo quién es el autor de estas fotos. Otra pregunta — ¿son verdaderos constructores o acróbatas profesionales? Y la más importante — ¿no es un fotomontaje?

Hay tres fotos más una. En tres — los héroes directos — trabajadores del rascacielos, y en una más — el propio fotógrafo, enfocando la cámara. La fotografía del supuesto autor de las obras maestras de los rascacielos plantea la siguiente pregunta de una cadena: ¿quién le fotografió?

Los hechos del rodaje tienen lugar en el edificio aún inacabado del Rockefeller Centre, uno de los edificios del famoso complejo de rascacielos GE Buildings. La altura máxima de los edificios es de casi doscientos sesenta metros. La viga en I sobre la que están sentados los trabajadores es una de las vigas de potencia del piso sesenta y nueve.

Los exámenes de los expertos sobre la autoría de la foto continuaron hasta principios de los años dos mil, al final se reconoció al autor como Charles Ebets, pero pronto las conclusiones de los expertos fueron impugnadas y se anuló el resultado de los exámenes en cuanto a la determinación del autor. Así pues, seguimos sin saber cuál de los fotógrafos se atrevió realmente a realizar un reportaje tan arriesgado.

Pero la segunda parte de la pericia seguía siendo válida. Sus conclusiones afirman que el rodaje fue claramente un montaje, aunque se realizara a una altura increíble. Fue un anuncio encargado por Rockefeller, principal patrocinador de la construcción de rascacielos. Los expertos han desenterrado incluso un mensaje de uno de los constructores a su mujer, en el que adjuntaba a una carta una fotografía suya en la viga, firmándola con humor: «Y aquí estoy, como siempre, con una botella».

En cualquier caso, ni siquiera la presencia de retoques en las fotos pone en duda la intrepidez de los participantes ni resta importancia a estas obras maestras de la fotografía actual.

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