Soy un camionero que rescató a un perro en una gasolinera solitaria

Había sido una larga semana de viaje.

Llevaba días viajando, esforzándome por cumplir un plazo muy ajustado, y el cansancio se estaba apoderando de mí.

Mi camión y yo habíamos recorrido kilómetros interminables por la autopista, y lo único que quería era parar en una gasolinera, llenar el depósito y tomarme un café antes de buscar un lugar donde descansar.

Paré en una pequeña gasolinera casi vacía en medio de la nada.

Al salir, oí un leve gemido.

Al principio pensé que me lo estaba imaginando, pero luego lo vi: un perro flaco y desgreñado acurrucado junto al contenedor de basura, temblando de frío.

Sus ojos se cruzaron con los míos y juro que parecía desesperado, como si pidiera ayuda.

Cogí un bocadillo del mostrador, me senté y se lo ofrecí.

Se acercó con recelo, pero tenía suficiente hambre como para acercarse.

Cuando por fin cogió la comida, su cola se agitó un poco, y eso fue suficiente: no podía dejarle allí.

El empleado de la gasolinera me dijo que el perro llevaba varios días vagando por el barrio, probablemente abandonado.

Se me estrujó el corazón.

¿Cómo podía alguien hacerle esto a una criatura tan leal?

Abrí la puerta del camión y acaricié el asiento.

«¿Y bien, amigo?» — le dije.

Para mi sorpresa, saltó directamente a la cabina, como si esperara que alguien le diera una oportunidad.

Le puse Diesel, un nombre perfecto para el perro de un camionero.

Desde entonces viaja conmigo, haciéndome compañía en carreteras largas y solitarias.

Se acurruca en el asiento del copiloto y observa el mundo pasar, y cada vez que me mira parece decir «gracias».

No había planeado conocer a un perro ese día, pero Diesel me encontró a mí, y no lo cambiaría por nada.

Es increíble cómo momentos inesperados pueden traer a nuestras vidas a los mejores compañeros.

¿Tiene alguna anécdota memorable sobre cómo conoció a su mascota?