
La estrella de Hollywood no hace demasiada ostentación de su relación con su amante ucraniana, viéndose con ella principalmente en Bélgica, donde él trabaja como productor. Alona vive en un lujoso apartamento que el generoso Van Damme le regaló, además de contar con otra vivienda, también obsequio de su amante.



Al mismo tiempo, el amoroso actor no abandona a su esposa legítima, Gladys, quien difícilmente pueda ignorar la existencia de la “segunda familia” de su marido. Al parecer, este triángulo amoroso conviene a todos, ya que no se vislumbran motivos para que ninguna de las partes quiera romperlo.

En fin, son personas adultas: que vivan como mejor les parezca.





