“Mamá, no subamos”: la frase de una niña que salvó a su madre de la tragedia del funicular de Lisboa

Mabel Mateo, una turista española, ha relatado cómo la insistencia de su hija en esperar al siguiente vagón, menos concurrido, las libró de una muerte casi segura en el accidente que ha conmocionado a Portugal.

“Mamá, no quiero ir de pie, vamos a esperar al siguiente.”

Con esa frase, sencilla e inocente, una niña cambió el destino de su familia. Su madre, Mabel Mateo, ha contado a medios como COPE y Antena 3 cómo aquel gesto aparentemente insignificante las salvó de estar a bordo del Elevador da Glória de Lisboa la tarde del miércoles, cuando un fallo catastrófico convirtió el histórico funicular en una trampa mortal.
El accidente, provocado por la rotura de un cable, dejó 17 muertos y 23 heridos, y tiñó de luto el corazón de la capital portuguesa. La suya es la historia de un milagro en medio del horror.


Lisboa, una ciudad rota por la tragedia

El desastre ocurrió poco después de las seis de la tarde, cuando el emblemático funicular amarillo —uno de los símbolos más reconocibles de Lisboa desde 1885— se precipitó sin control por la empinada Calçada da Glória.

“Chocó con una fuerza brutal y se deshizo como una caja de cartón”, relató uno de los testigos presenciales.

En cuestión de segundos, la postal más icónica de la ciudad se transformó en un escenario de devastación.
Mientras las autoridades investigan posibles negligencias en el mantenimiento, emergen testimonios que arrojan algo de luz entre la oscuridad. El de Mabel es uno de ellos.

La turista española y su hija esperaban para subir al vagón sin imaginar lo que estaba a punto de suceder.

“Había mucha gente, unas veinte personas sentadas y unas quince de pie. No subimos por eso, porque estaba demasiado lleno”, relató.
Una decisión trivial que terminó por salvarles la vida.


El horror a pocos metros

Desde la parada, Mabel y su hija presenciaron la escena que jamás olvidarán.

“Vimos que el tranvía de abajo se movía raro, y el conductor nos gritó ‘¡corred!’. Escuchamos un ruido enorme, miramos hacia arriba y vimos cómo el funicular bajaba a una velocidad impresionante.”

El vagón sin control dio dos o tres vueltas de campana antes de estrellarse contra un edificio. Según Mabel, aquel impacto evitó una tragedia aún mayor, ya que impidió que colisionara con el tranvía que se encontraba en la parte inferior del recorrido.

“Era un amasijo de hierros, polvo, humo… y los gritos. Los gritos de las criaturas”, contó entre lágrimas.

Su hija, dice, “nunca olvidará ese sonido”.


El otro milagro de Lisboa

Entre las escenas de devastación, los equipos de emergencia hallaron también un pequeño destello de esperanza. Un niño alemán de tres años fue rescatado con heridas leves de entre los restos del funicular. Su padre murió en el accidente y su madre resultó gravemente herida.

La imagen del pequeño, aferrado al policía que lo sacó con vida de entre los escombros, se ha convertido en símbolo de la esperanza en una ciudad abatida por la pérdida.


Milagros entre el horror

Dos historias —la de Mabel y su hija, y la del pequeño alemán— que revelan cómo, en los momentos más oscuros, el destino puede decidirse en un instante:
con la frase de una niña que no quería ir de pie, o con el abrazo protector de un desconocido.

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