A mediados de los años setenta del siglo pasado, el líder del grupo «The Hudson Brothers» se enamoró de la entonces muy famosa actriz de Hollywood Goldie Hawn. Su romance comenzó como una auténtica explosión de emociones y de pasión.
La boda no tardó en celebrarse, sobre todo porque Goldie quedó embarazada casi de inmediato. Sin embargo, aquella unión tan precipitada muy pronto se transformó en falta de entendimiento mutuo y, como resultado inevitable, en divorcio.
Goldie estaba convencida de que dentro del matrimonio era posible mantener vínculos íntimos no sólo con la pareja, y propuso a Hudson una relación abierta; él, sin embargo, reaccionó a esta idea con un rotundo «no».
Poco después se separaron, aunque Hawn alcanzó a dar a luz a sus dos hijos, Kate y Oliver. Los niños vivieron la marcha de su padre de una manera muy dolorosa y, cuando crecieron, nunca lograron perdonarle por haberse ido.
Goldie, por su parte, relativamente pronto reorganizó su vida privada: se casó con otro admirador, Russell. Con él sigue conviviendo hasta hoy y juntos se ocuparon de criar a Kate y Oliver como una familia.
La nueva estructura familiar de Goldie no pudo menos que influir en la relación de los hijos con su padre biológico. Las llamadas y los encuentros se hicieron cada vez más esporádicos, y el punto culminante fue una publicación en internet que hizo Russell, donde «felicitó» a Hudson por el Día del Padre con un mensaje sarcástico: «Felicidades en el día en que renunciaste a tu hijo y a tu hija».
Hudson se enfadó y, en un arranque de ira, decidió romper definitivamente: renunció públicamente a sus hijos y les prohibió seguir usando su apellido.
A partir de ese momento la comunicación entre los hijos y Hudson se interrumpió por completo, y hoy, cuando ya son adultos, no se ve ninguna señal de que esa relación pueda restablecerse.
