Cristina Jurado, psicóloga: “Hay muchas razones por las que te sientes incómodo en grupos pequeños, desde experiencias de niño hasta tu relación familiar”

Motivos por los que te mueves mejor con muchas o pocas personas, razones por las que sientes incomodidad social y estrategias de una experta en salud mental para superarla

A la hora de relacionarnos, aparecen distintos estilos de comportamiento. Por un lado, hay personas que en reuniones numerosas se muestran cómodas, habladoras y seguras, pero que en encuentros de pocas personas sienten tensión, se bloquean o no encuentran su sitio. Por otro, sucede justo al contrario: quienes se desenvuelven mejor en grupos pequeños pueden sentirse desubicados en los grandes. Y lo llamativo es que rara vez nos sentimos igual de bien en ambos escenarios.

Durante mucho tiempo, esto se ha explicado únicamente desde la personalidad, pero esa idea se queda corta. Como aclara Cristina Jurado, psicóloga y directora de El Gabinete (elgabinetepsicología.com), “existe la falsa creencia de que quien es extrovertido tiene que serlo en todas las ocasiones, y que, quien es introvertido lo será con todo el mundo”.

Qué dice de ti que te sientas cómoda en grupos grandes

Esa lectura simplista no ayuda a entender lo que pasa en realidad. Aunque suene paradójico, en un grupo grande puedes sentirte más protegido: hay menos foco sobre ti y más margen para observar. Además, cuando intervienes, tus palabras suelen “pesar” menos que en un contexto íntimo, donde a menudo aparecen temas más emocionales o profundos.

Cristina Jurado explica que este desajuste puede venir de múltiples factores: “Desde experiencias tempranas negativas con otros niños, normas culturales, dinámicas familiares evitativas o poco cercanas, hasta relaciones actuales superficiales o inexistentes, entre otros factores”.

Todo ese bagaje puede hacer que, sin darte cuenta, un grupo numeroso se perciba como un lugar más seguro que una conversación íntima, donde se espera mayor implicación personal.

Para comprenderlo, la psicóloga parte de una idea base: “Partiendo de la idea de que nuestras emociones, pensamientos y conductas están íntimamente relacionadas se puede explicar el funcionamiento básico de este fenómeno”.

La situación suele seguir un patrón bastante reconocible. “Se presenta una situación social donde vamos a ser pocas personas. Aparece un pensamiento poco ajustado respecto a nuestras habilidades sociales o sobre el concepto que los demás tienen de nosotras”.

Ese pensamiento activa una reacción emocional en cadena. Tal y como describe Cristina Jurado, “esto nos hace sentirnos incapaces, inútiles, con vergüenza, ansiedad, miedo, o frustración. Nos bloqueamos y eso hace que actuemos de una manera que sentimos como extraña”.

Al salir de la situación con esa sensación de “rareza” o de haber fallado, el mensaje interno se refuerza. “Se refuerzan las ideas que nos han provocado sentirnos y actuar de esa manera”, explica la psicóloga. Por eso no suele ser algo aislado. “Sí, es un círculo vicioso”, afirma, y añade por qué se activa con más fuerza en reuniones pequeñas.

“Generalmente estos miedos asociados a creencias falsas aparecen en grupos pequeños porque se espera más de nosotras”, señala. En ellos, continúa, “hay más responsabilidad a la hora de llevar la conversación, la atención va a estar más tiempo dirigida hacia nosotras y vamos a tener que reaccionar adecuadamente a ciertas claves sociales”.

Por qué te mueves mejor en grupos pequeños

También puede ocurrir lo contrario. Hay personas que cancelan un plan cuando se enteran de que se apuntará más gente, porque prefieren hablar en petit comité. Para ellas, un grupo reducido permite anticipar mejor los turnos de palabra, leer reacciones y ajustar lo que dicen con más facilidad.

Además, es cierto que los grupos pequeños favorecen conversaciones más personales y auténticas, algo que muchas personas valoran especialmente. Si para ti son importantes la profundidad, la atención mutua o el intercambio emocional, es normal que te sientas más satisfecho en ese contexto que en interacciones más superficiales, típicas de grupos grandes.

Aun así, sentirse más cómodo en un grupo pequeño no significa necesariamente ser introvertido en sentido estricto, aunque sí puede indicar que recargas mejor la energía en ambientes más tranquilos. Quienes tienen mayor sensibilidad al entorno social suelen rendir más y sentirse mejor en interacciones íntimas.

Cómo aprender a manejar la ansiedad social

La buena noticia es que este patrón se puede trabajar. Como apunta la experta, “no todo está perdido, podemos empezar a romper ese círculo vicioso implantando una serie de pequeñas modificaciones”.

El primer paso es detectar qué pensamiento dispara el malestar. “Trata de ver qué idea es la que hace aparecer el malestar”, recomienda Cristina Jurado. Para ello, propone hacerse preguntas como: “¿Es una creencia sobre ti misma, o sobre los demás? ¿O es sobre lo que se espera de ti?”
Después, toca ajustar esas expectativas a algo más realista y recordarlo cuando aparezca la ansiedad.

Otra herramienta importante es rebajar la autoexigencia durante la conversación. “Mindfulness de escucha activa. Céntrate en el momento presente, en lo que los demás está hablando y no te fuerces a hablar si no te apetece o quieres”.

También ayudan recursos prácticos sencillos. “Si sabes que hay alguna situación en concreto que te cueste más, puedes preparar y ensayar mentalmente cómo lo vas a realizar para sentirte cada vez más capaz y segura”.

Y algo clave: normalizar los silencios. “Recuérdate que el silencio es una parte normal de las interacciones sociales. No podemos estar hablando todo el rato. Si te obligas a hacerlo, lo más probable es que te quedes en blanco”.

Por último, la comodidad social se entrena. A veces basta con salir un poco de la zona de confort y comprobar que, quizá, nos desenvolvemos mejor de lo que imaginábamos. Eso sí, requiere tiempo. Por eso, Cristina Jurado concluye con un consejo final: “Empieza practicando con personas de confianza”.

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